martes, 3 de marzo de 2009

dialogos entre ella y el (2)

- lo que digo - está hablando ella - es que tendriamos que ser mas creativos, no se, romper la rutina... a las parejas la mata la rutina... las relaciones largas estan bien, pero uno cae en la rutina - se acomoda el pelo, o no, no se lo acomoda, mas bien se lo toca, lo coloca hacia adelante del hombro derecho, y lo toma con la mano, la melena en la mano, como alisandolo - no tendriamos que perder la magia de la sorpresa, eso, entendes? la sorpresa... deberiamos mantenernos siempre atentos a lo que el otro va a hacer, no caer en esas certezas, en esa seguridad, me entendes - y se tira el cabello ahora hacia la espalda, mientras sujeta la copa con una mano, y con el dedo indice de la otra, repasa la circunsferencia de la boca de cristal - tenemos que defendernos de la rutina, entendes, porque si no la pareja esta amenazada, eso les pasa siempre a las relaciones cuando son largas, me estas entendiendo lo que te digo?...
él la mira. siente asombro. no hay nada mas fuerte que lo mantenga unido a ella que el placer de saber que ya no tiene que mantenerse alerta, nada mas valioso que esa rutina que le garantiza seguridad, previsibilidad, confianza en que tiene un vinculo que lo contiene, una reaccion que siempre es anticipable, un equilibrio solido y estable que lo sana. sabe cuales son los chistes que sí y cuales que no le causan gracia; sabe exactamente cuándo ella se levantó de mal humor, con solo verla levantarse de la cama; sabe cuales son los puntos precisos del cuerpo que a ella le excita que le toquen; cuales son sus minimos ritos cotidianos; sabe a que cosas ella le teme aunque lo disimule; los temas que la ponen incomoda; sabe cuando ella le miente, se miente a ella o les miente a los demas; sabe cuando algo le da pudor, mas alla de que no se lo reconocería a nadie, ni a ella misma; sabe cuando debe disimular que no notó uno de sus defectos o debilidades, y cuando puede ser critico sin temor a herirla. le gusta saber que sus silencios mutuos no resultan incomodos, que hay un sinfin de cosas que a esta altura de la relacion no se tienen que expicar ni justificar.
-te amo por la rutina que fuimos capaces de construir. te amo por muchas cosas, pero a partir de esas cosas, y del tiempo, y lo que ya vivimos, te amo por esta rutina, como consecuencia de lo demas. odiaria tener que sorprenderte. odiaria que vos me mantengas sorprendido- dice él mientras le sujeta, con dulzura, la cara para que lo mire a los ojos.
entonces mira hacia la enorme ventana abierta, que de noche da a un vacio tan oscuro que podria ser el todo o tambien la nada.
ahora ella siente el asombro. tal vez lo suficiente como para no tener en claro si esto que él le dice, encaja con lo que acababa de pedirle: una sorpresa. toma un trago, apoya la cabeza en el respaldo de su silla y entonces tambien, silenciosa, mira hacia la ventana.

2 comentarios:

marcelo solz dijo...

o la deliciosa defensa de la vagancia

Anónimo dijo...

ese podria haber sido uno de los titulos...