sábado, 8 de mayo de 2010

LA FACTURA LA GARPO DESPUES


Maxi ….Maxi…Párate me decían.. Quédate quieto me decían, conéctate con vos mismo, relaja, pensa, fíjate que te pasa, y lo hice, y nada…
Párate me decían.. Quédate quieto me decían conéctate con vos mismo, relaja, pensa, fíjate que te pasa, y el cuerpo me dijo.. Ok flaco.. No queres parar, no queres quedarte quieto… ok yo me ocupo de vos papa!! Y así caí en cama una semana entera.. Me tuve que quedar quieto, me tuve que relajar, me tuve que conectarme conmigo mismo, pensé leí, escuche, y estuvo bueno
Estoy convencido de que cuando algo duro nos pasa por el cuerpo, psíquico o físico, tiene un efecto tardío. Es como una polaroid, la foto la tenemos en la mano tras el breve acto de disparar, pero recién comenzamos a ver la imagen con claridad después de unos minutos.

Cuando paramos de correr es cuando más transpiramos, y los músculos generalmente duelen al otro día. Si nos pasamos con el sol, la piel nos arde a la noche, y más después de bañarnos. Si comemos mucho, quién sabe qué día nos dejan de entrar esos mismos pantalones que usábamos mientras comíamos. Tras un golpe fuerte, salen atrasados los moretones, aparecen a veces cuando ya ni recordamos el golpe.

Durante el transitar del momento difícil es como si el cuerpo no quisiese molestarnos, intenta ser lo menos alarmista posible y nos deja en paz haciéndonos creer que nos acompaña incondicionalmente. Pero con el tiempo aparece vengativo, porque está resentido y quiere demostrarnos que el daño no ha sido gratuito.

Lo que ha sufrido comienza a aparecer con nitidez a medida que avanzan los minutos. Lentamente, vamos descubriendo que no hemos encuadrado con equilibrio, que hay algo feo en el fondo o que teníamos los ojos cerrados. El cierre ya no cierra y no hay aloe vera que alcance. A veces el moretón es mucho más inesperado y grande de lo que prometía ese golpecito. Sentimos más tarde la verdadera dimensión de ese instante pasado. Y duele, duele mucho más después.