sábado, 4 de agosto de 2007

el chino y la fuente

“FUENTE: TE ESCUCHO”


Caminaban el maestro y el joven pupilo por las frescas galerías que rodeaban el patio central del monasterio, y que daban una sombra saludable para esa hora de la siesta. Las macetas recién regadas, distribuidas a lo largo de todo el espacio, ofrecían un marco natural a la rústica construcción...
- Escucho la fuente que está en el centro del patio, suena con un ritmo constante... ¿Lo has notado?
- Ssá...- apenas murmuró el joven, que a la hora de la siesta prefería meditar en su celda, recostado relajadamente en su catre, y en cambio se vio presionado a acompañar a su maestro. “Ssá” quería decir “sí”.
- Fluye desde el centro de la tierra... ¿Oyes? Avisa que surge viva hacia la superficie, sin descanso, sin demora...
- Sssá...
- Rompiendo la ley de la gravedad, pura, cristalina... ¿Escuchas? La esencia de la naturaleza...
- Ahaaá... –que a la hora de la siesta significaba “Coincido ampliamente contigo, mi gran maestro”.
- Escuchas su sonido al caer contra la piedra cóncava que contiene el líquido vital para calmar la sed aguda de los hombres y de las aves, avisando a todos: “Estoy aquí, vengan y bébanme!”...
- Uuyyy!...aspiró el pupilo.
- Uuuaaghh!!!!- exclamó el anciano, cuya ceguera no le permitió evitar la pesada maceta de malvones, que sirvió de tope a su andar tranquilo pero sin pausa. Se quebró apenas el macetón de barro: el tajo más grande fue en la frente calva del viejo ciego.
- Le dije “Uuyyy”- agregó el muchacho mientras asistía al sabio, que estaba acostado en el piso, las manos sujetando la herida, la sangre por toda la cara, contraídos los músculos faciales por el dolor...

Debería saber el anciano que “Uuyyy” a la hora de la siesta, quiere decir “Ojo, viejo, que te vas a tragar la maceta de malvones!”.
Porque a veces hay que saber qué escuchar, y dónde poner atención. No siempre escuchamos lo que debiéramos, y por eso se sufren consecuencias desagradables.

Desde ese día el maestro mostró una cicatriz que arrancaba debajo del ojo izquierdo y terminaba por sobre la frente del lado derecho. Y el joven pudo dormir tranquilo todas las siestas...

Escrito en 1997, para un empleado que le daba demasiado crédito a toods los rumores de la empresa, y se dejaba influenciar por ellos. En 1997.

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