lunes, 30 de julio de 2007

revolucionario en invierno

ah... cuando yo era chico, esos si que eran frios, no los de ahora... que la nieve, que el bajo cero.... no tienen memoria o no vivieron: frios eran los de cuando yo era chico.
la maestra nos retenia estaticos, en el acto del 25 de mayo, firmes soldados y pueblo convocado, incluso firmes hasta su llamada a escena: los negros pregoneros,,,,
un frio en el cuerpo que te hacia olvidar la letra ensayada hasta el aburrimiento, y curiosamente los negros eran por primera vez los unicos privilegiados (mete mas calor un buen candombe, que un solemne y distinguido minue).
y en el secundario? teniamos tanto frio en la mañana, que las orejas si te las dejabas descubiertas ardían y pesaban como si de ellas colgaras bloques de hielo. yo me acuerdo que una vez me suspendieron por el pelo largo. de puro principiante en los retos de la vida, mi reacción revolucionaria fue anticipada y poco estrategica. Ese mismo dia, sancionado por la falta y motivado por la injusticia, fui a la peluquería. El peluquero ofreció toda la resistencia que pudo, pero era una decision tomada y el cliente tiene siempre la razon:-"Rápeme, le digo!". Mis viejos pensaron que estaba perdido para siempre: rapados y tatuados eran solo los presos y los marineros, y en la Cordoba mediterranea los ultimos no eran sino una ilusión literaria, asi que la unica vinculación posible era con los reos de prision. Imborrable la cara del cura cuando aparecí disimulado en un sobretodo gigante de mi abuelo muerto, las orejas brazas que ardian desde lejos, y la pelada orgullosa del desafiante.
Mi ingenua rebeldia no tuvo en cuenta los frios de julio, no estos, no: aquellos, de escarchas, oscuridad tardía y vientos con capacidad de filtrar los huesos.
Tal vez por aquello, siempre idealicé la revolución cubana.
De alguna manera comparti, tempranamente, el mismo espiritu estimulante de la confrontación a lo establecido. Pero ellos no deben haber pagado la gesta con sabañones en las orejas.

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