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lunes, 21 de marzo de 2011
DEL SUPLE MUJERES AL DIA (DIA A DIA) POPEYE
POPEYE
Tenías líquido amniótico como única contención de tu diminuto ser, y ya estabas escuchando sonar la pipa de Popeye por el pupo de tu madre.
Es que hay dibujos animados que los vimos desde antes de nacer.
Si querés saber por qué te terminaron gustando los hombres feos, bueno, ya sabés, podés echarle la culpa a este marinero medio tuerto, petizo, pelado y narizón, que te encantaba desde chiquita.
Con esa pera de manzana y esos antebrazos atrofiados de tanto darle a la espinaca, el personajito conseguía retenerte frente al televisor como hoy la Play lo logra con tu hijo.
En la tira del marino, todo era surrealista. En la actualidad, el tipo podría ser sospechado de consumidor de estupefacientes, o por lo menos de anabólicos, porque para sacar pecho y energía, necesitaba darse con una dosis de espinaca.
Pero entonces no había tanta malicia analítica, y que el debilucho necesitara una ayuda extra para revitalizarse, no te parecía mal.
Capaz que el encanto del tipillo tenía que ver con el malo, porque siempre los buenos villanos construyen buenos superhéroes. Y Brutus era de esos malos que valen la pena ver.
O tal vez era el aire paternal del muchacho del mar, lo que tanto te gustaba. De hecho, en un episodio, Popeye adopta a Cocoliso, un bebé hiperactivo que le cae por correo y del que se hace cargo con un amor incondicional. Su paternalismo también se expresaba con los sobrinos, Papeye, Pepeye, Pipeye y Pupeye, que eran un calco en versión infantil del marino.
O puede que lo que te gustaba era lo buen amigo que era. Nunca abandonaba a un bodoque carnívoro, un gordazo torpe y aburrido llamado Pilón, que se la pasaba comiendo hamburguesas (mirá vos como te enseñaban que con carne te convertías en un topo obeso, y con verduras, en un personaje superpoderoso). Los vegetarianos le deben un monumento tamaño baño al marinero de las latas de espinaca.
Pero no… Seguro que lo que en verdad te seducía de ese petizo feo y de voz aguardentosa, era su amor por ella. Ella: modelo de la mujer común, prototipo de la chica de al lado… desgarbada, con voz de pájaro chillón y dudoso gusto por la moda… la querida Olivia Olivo.
Flaca y sin gracia, era el sujeto de deseo de Popeye, que arriesgaba su vida en cada capítulo para defenderla de los ataques de Brutus. Aún cuando ella por ahí dudaba, y caía encantada en los juegos de seducción del villano, Popeye no aflojaba, y terminaba salvándola siempre y demostrándole su sentimiento más profundo.
¡Ay, sí! Era eso: desde que estabas en la panza de tu madre, ya te enganchabas con el romance. Y ahí lo tenías a montones, mucho antes que en las novelas, que en las películas de princesas de Disney y que en las canciones de Luismi a los 13 años.
Tenías amor y del bueno, todas las tardes en la tele blanco y negro de tu casa, entre un tuerto feo y una escuálida chillona, tan enamorados como encantadores.
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