La especulación que tiene una connotación casi física, idílica en momentos de mística inconguente con estos tiempos, devuelve este tipo de combinaciones de galpón. Un caniche es todos los caniches. Una gárgara mental del hombre que se nutre de su propia fantasía web, fue suficiente para lograr detectar la falsedad de la premisa elemental de que la alegría es sólo brasileña y el lamento sólo boliviano. A mí me gustás así, Frida, libre de vellos y con tu caniche enajenado de tanto amor mexicano. En tu lengua tenés el sudor de Rivera, tu gordo favorito, tu nexus, el infame libertino de tus días de penumbra. Una vueltita para mí, ay me muero, qué bonita está la nena de talento tropical.