Pensaba en escribirles ñoras y ñores, redactarles amas y aballeros la osadía que estoy sintiendo al hacer cosas que me gustan… cuando de repente… (Onomatopéyicamente “pum Krush tun”) un bello pajarito vació el contenido de sus intestinos en mis lentes de ver de lejos…
No fue “¡PUPU PUAJ!” mi reacción… no fue un “maldita ave de ciudad!”… (Me gusta decir lo que no antes que lo que sí)… más bien fue un “es de no creer” (expr. desus.) devenido por la, ya, inverisímil costumbre de que esto acontezca con la puntualidad de un reloj suizo.
A ver: 1ero fue una cotorra (hace 2 semanas), después unas palomas san martinas (la semana pasada) y finalmente hoy, una nueva “paloma cagadora” o, como su variante inglesa lo indica, “shiting dove” (sí! Como el desodorante!).
Yo sé que algunos mal pensados profesarán… “alejate de las plazas e iglesias pequeño maniático!” haciendo referencia a una intención inconsciente de provocar estos encuentros… Más yo les contestaré: “sean felices hombres sabios y no me jodan, pues juro por la mismísima Silvina Ocampo que estos acontecimientos han sido puramente casuales y no buscados (como un hijo accidental, como mi mismo quizás)”.
Es un gran círculo, les cuento, la manera en que lo fantástico se me mezcla con la cotidianidad… es escribirle un mail a mi historietista favorito, o comprarme con mis ahorros eso que jamás pensé, o retomar esa carrera que quedó trunca y que tenía sus cosas buenas y malas, o decir “pero sí caramba!” (expr. desus.) y gastarme lo poco que me quedaba en el mejor libro del mundo (solamente porque salía lo que había en mi billetera!), para finalmente ser defecado una vez por semana como símbolo de prosperidad, como señal de estar haciendo las cosas bien.
Yo sé que mi intervención en este medio suena a mensaje esperanzador post-parto pero quiero decirles que es lo que hoy sentí (y es lo que al fin y al cabo cuenta) mientras ese delicado excremento se deslizaba por mis lentes.
Sepan disculpar cualquier dejo de cursilería de dos pesos y es que, finalmente, este escrito es pura mierda sentimentalista.
Atte.
Chico Pablo
No fue “¡PUPU PUAJ!” mi reacción… no fue un “maldita ave de ciudad!”… (Me gusta decir lo que no antes que lo que sí)… más bien fue un “es de no creer” (expr. desus.) devenido por la, ya, inverisímil costumbre de que esto acontezca con la puntualidad de un reloj suizo.
A ver: 1ero fue una cotorra (hace 2 semanas), después unas palomas san martinas (la semana pasada) y finalmente hoy, una nueva “paloma cagadora” o, como su variante inglesa lo indica, “shiting dove” (sí! Como el desodorante!).
Yo sé que algunos mal pensados profesarán… “alejate de las plazas e iglesias pequeño maniático!” haciendo referencia a una intención inconsciente de provocar estos encuentros… Más yo les contestaré: “sean felices hombres sabios y no me jodan, pues juro por la mismísima Silvina Ocampo que estos acontecimientos han sido puramente casuales y no buscados (como un hijo accidental, como mi mismo quizás)”.
Es un gran círculo, les cuento, la manera en que lo fantástico se me mezcla con la cotidianidad… es escribirle un mail a mi historietista favorito, o comprarme con mis ahorros eso que jamás pensé, o retomar esa carrera que quedó trunca y que tenía sus cosas buenas y malas, o decir “pero sí caramba!” (expr. desus.) y gastarme lo poco que me quedaba en el mejor libro del mundo (solamente porque salía lo que había en mi billetera!), para finalmente ser defecado una vez por semana como símbolo de prosperidad, como señal de estar haciendo las cosas bien.
Yo sé que mi intervención en este medio suena a mensaje esperanzador post-parto pero quiero decirles que es lo que hoy sentí (y es lo que al fin y al cabo cuenta) mientras ese delicado excremento se deslizaba por mis lentes.
Sepan disculpar cualquier dejo de cursilería de dos pesos y es que, finalmente, este escrito es pura mierda sentimentalista.
Atte.
Chico Pablo