éramos dos.
y todo era mucho, demasiado.
dos no ocupan mucho espacio, ni siquiera en una cama, donde dos siempre caben.
ni siquiera en un departamento tan pequeño, en el que era imposible no vernos uno con el otro desde cualquier posición que ocupáramos.
éramos dos solos, eramos pequeños.
los proyectos parecían inviables, damepocovidaperonomedesangustias, dame algo que para nosotros será mucho, somos dos y nos queremos tanto, que si vidanosdaspocoperonoangustias, lo demás lo ponemos nosotros, nos queremos tanto...
después fue empujar, fue inconciencia, fue hacer todo como si no hubiera otra forma de hacerlo, creyendo irremediablemente que hay que ir hasta el fondo, que no tiene sentido especular con nada, que si uno lo deja todo los sueños se cumplen.
no esperar reciprocidad. hacer, generar, dar, crear, empezar cada vez, no flaquear.
fuimos serios, pero no solemnes, fuimos dejándonos sorprender, y generando nuestras propias sorpresas.
después vinieron Simón y Bernarda y nos hicieron creer invencibles, y afortunados, y bendecidos, y superados.
los años pasaron tan rápido, pero casi que no dejamos que te nos escaparas nunca, vidatecorrimosalapar, te aprovechamos.
intensamente.
anoche dormí en mi casa nueva.
a determinada hora, vaya a saber uno qué hora pudo haber sido, me desperté y vi por la ventana de mi cuarto.
árboles.
y sentí lo que significa esa satisfacción, el colmo instantáneo de la compensación por tanto esfuerzo, y la necesidad de respirar profundo y decir, se nos cumpliolauramia, nuestra casa, nuestros chicos tan cerca, dormidos, y nosotros, y aquellos árboles.
podría detenerse todo así, y mantenerse igual a hoy, para siempre.
sentiría que la vida y yo hemos cumplido el uno con el otro: la cuenta está saldada.
no nos debemosnadavidaquedatetranquila.
tengo 37 y me siento en paz.
dale vida, relajate, dame la mano, hasta aquí estamos hechos: yo cumplí con vos, y por tu parte y con lo maravilloso que tengo: datevostambienporcumplida.