Oda a los (olvidados) artífices de la producción.
Nunca como hoy
bendito sea el genio del aerógrafo,
que esparció el deseo
por el prado encantado
de tu piel .
Nunca como hoy
sea bendita la industria textil,
que maravillas hace
con el trozo de tela
que envuelve el pan nuestro de cada día.
Nunca como hoy
domina el arte la mano
de quien amanza la blonda melena
que presa detiene en su vuelo
la mirada ágil, y el corazón militante.
Nunca como hoy
el cuero que te ciñe por la cintura
pareció tan hecho de fuego.
Mientras promete cuando se alejan
tus piernas de sueño, tu sonrisa de viento.
(tu calzón al descubierto).
.
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