viernes, 18 de septiembre de 2009

El secreto de tus ojos


Sandoval. De todos es el que más me identifica. Espósito es una extraña mezcla de tipos comunes y locos. Irene no te sobra, tiene un par de enormidades: sus ojos hermosos, cómo lo increpa a él, esperándolo y queriéndolo, tal vez, por esa misma incapacidad del tipo de dar el paso adelante. Súmamente real y conmovedora. La escena en que lo quiebra a Gomez no tiene desperdicio. Incluso cuando se liga la piña y el pecho frío de Espósito no hace nada.
-Yo también me identifico con Sandoval. Tenés razón con Espósito. Irene.....no termino de hacerme amiga de ella. Sí. Irene es muy real. Quizás esa vulnerabilidad que acompaña a los protagonistas es que los hace tan humanos. Porque Espósito en varias oportunidades se queda quieto, sin habla. Las circunstancias le pasan por encima y él queda petrificado. Campanella consigue transmitir la impotencia, sin usar palabras. Y es definitivamente cierto que Romeros hay a montones.
-Es como decís. Por eso pega fuerte la escena tomada a la distancia, de lejos, donde el viudo lo abraza al tipo de tribunales y le agradece porque sin él no hubiera llegado hasta ahí... Te juro que me hizo estremecer.La gente de carne y hueso escrita en los expedientes agradece. qué? . el acceso a la justicia?? Paradojicamente es su derecho. Pero la impotencia de los personajes se transforma en la potencia de la película. Ese judicial que quiere escribir, esa cosa de no poder hacer más que lo que uno hace y como uno es.... No se puede cambiar la pasión. Eso es tan judicial, tan "tengo un buen laburo, que consiste nada más que en esto, los problemas son de los otros". Tan "salió por Talcahuano" y “pago la cuenta porque al sueldo del mes ya te lo chupaste”...solos, y mediocres. Expósitos -la justicia es una isla...- El viudo, borroso -como que es un personaje de la novela que Espósito va contando- el pueblo que espera todos los días en la terminal del tren, y termina ante la opción de la justicia por mano propia o la estafa judicial. No le sirve ni la venganza ni la muerte. Una sentencia no le va a devolver lo que le mataron. La pena no mata el dolor. Perpetua. Es un tipo del Banco Nación, 'que tiene de bueno que seguro hay alguna sucursal que no quiere nadie...'
El Inspector, que miró la misma foto y debió darse cuenta. La viejita con el perro. El 404 con el tapizado bordó.
Gomez. Ese pobre infeliz sádico e hijo de remilputa. Especie de bestia despojada de más dramatismo que el de ser el asesino. Formidable también.
-De acuerdo en todo. Y creo también que la relevancia pública que tienen los personajes oscuros de esta historia (la de la película y la real) los mezquinos, traidores, inmorales, los Romeros, son los que hacen que "la Justicia" cotice tan bajo en la sociedad. Aunque sean muchos más, los que heróicamente hacen su trabajo, sin estridencias, arrastrando sus miserias, casi con mediocridad .Finalmente sobresale esa minoría despreciable. Otra vuelta de tuerca: el amor tan conmovedoramente presente. No sólo el de Irene y Espósito, también el de Sandoval y Espósito. El del viudo y la chica asesinada. El de Sandoval e Irene. El de Espósito y el viudo. Una línea común emotiva, poderosamente vital.
-Si. Esa admiración de Espósito por el amor puro del viudo. Ese viudo perdido de dolor. Con toda una vida larguísima por delante llena de nada. Que sonríe hueco, a media boca, como diciendo ‘nada me puede quitar este infierno. Es mi vida.’ Esa sinceridad espeluznante, ‘Vio que linda que era, no sé cómo me animé a hablarle...’
Esos ojos del francella más desconocido que he visto. Me encantó. El borracho convencido de serlo, perdido. Pendenciero. En unos lentes inmensos unos ojos claros como un mar de whisky. La puta, qué bien hecho que estuvo todo eso. Debe ser por los lugares comunes. O no.

martes, 1 de septiembre de 2009