Pasaron las horas y el lenguaje de este hombre se convirtió en una maldición, dirigida a tres de sus amigos que “se habían ido a la mierda”. Juró que Armstrong, Aldrin y Collins esa noche se las iban a pagar. Invitó mil rondas y las anotó todas a cuenta de los tres ausentes. Un lunático de verdad.
Dr. Galletti