a mi no me la van a contar, si yo lo vi clarito, todo todo desde el principio.
sientame, que le voy a decir bien como fue la cosa: arrancó un jueves, me acuerdo que era jueves porque nosotros recibiamos el pescado congelado los jueves, y estaban los muchachos bajando el pescado, y che, qué está pasando?, de repente se puso oscuro como la noche, y calculo habrán sido las cinco de la tarde, eso seguro, si es que eran, porque nunca los jueves nos bajaban el pescado después de las cinco.
bueno, la cosa es que se puso oscuro. es como si todos se quedaran quietos, tanta oscuridad, a esa hora, la ciudad se silenció, parecía misa.
y ahi fue cuando sonó el estruendo. ay Dios, usted no se imagina, parecia que se caia el cielo, que se hubiera roto el cielo, una rajadura o algo.
yo me acuerdo exacto que hasta nos agachamos como si algo se nos estuviera viniendo encima. dicen que se escuchó hasta en Jesús María, un amigo del Tito Gordo de Jesús María dice que ellos lo escucharon, el bombazo, y eso que es sabido que fue todo aca nomas, en la Capital...
despues vino de nuevo el silencio. el Tito Flaco estaba a unos pasos de mi, estábamos todavía medio encorvados del cagazo del trueno ese, pero no era trueno, no como un trueno común, no señor, nada que ver, le aseguro, mucho pero mucho más fuerte, como una bomba. yo nunca escuché una bomba, pero debe ser como una bomba, más todavía también, capaz como dos bombas juntas, no le exagero. la cosa es que el Tito Flaco empieza a pararse, se mueve él primero, y empieza a decir: "qué fue eso, loco", él pensaba- después me dijo- que era un atentado, una especie de atentado terrorista, que nos habían dado con una bomba tipo terminator, algo aniquilador, él me dijo que pensaba eso. yo todavía no me había hecho ninguna idea, capaz una: "cagamos, el fin del mundo", creo que pensé. y cuando el Tito estaba diciendo "qué fue eso, loco", no acabó de decirlo, fue que empezó el fenómeno.
un cachito mas despacio al principio, y enseguida, torrencialmente, sí señor: ahí fue que llovió el primer cuarteto.
qué cosa, viera usted, qué cosa más rara. yo no he viajado mucho, aunque una vez cuando tenía doce me fui con el tío Felipín y el Tito Gordo a Río Cuarto, pero ni usted aunque ha viajado mucho con esto de los reportajes, por tantos lugares, seguro, yo le digo que no ha visto ni vivido nunca nada igual.
el primer chaparron duró como una hora. nos empapamos de cuarteto, viera usted.
la gente no entendía nada, yo tampoco, nadie.
como a las nueve, otra vez. brooooooooom, el estruendo, te dejaba sordo, y el silencio, y otra vez el tungue tungue. desde el mismo cielo, qué manera de llover cuarteto!
entonces empezó a venir gente, Dios mío, de todas partes, pero eso fue mas como a los dos días, cuando todos ya empezábamos a hacernos más duchos en esto de las lluvias cuarteteras. nosotros nos hicimos cancheros enseguida, pero los de afuera no sabían evitar los charcos, y quedaban con el cuarteto empapándoles las canillas y los zapatos... había que remarla después para desprender las canciones impregnadas de la ropa...
después, ya sabe, todo el mundo lo supo, lo que vino despues.
qué cantidad de periodistas, madre mía, hacían notas todo el dia. Iba uno caminando, y seguro que te paraba alguno, y dale con las preguntas. si habré respondido yo preguntas, vea, usted debe ser como el número quince o dieciseis que me pregunta.
las lluvias siguieron cayendo mucho, al principio. no pasaban mas de cinco o seis horas, que se largaba de nuevo un cuartetazo.
científicos? de todos los países!. con unos aparatos tan extraños... que enfocaban al suelo, que enfocaban al cielo, que para el norte, que para el sur... uno los reconocía porque eran mas serios que los turistas y menos metidos que los periodistas. yo pasaba siempre por acá al frente de la placita seca, y había siempre un camión, un furgón o sea, y alrededor, unos de estos científicos, mire, no entendía si hablaban en ruso, en chino, en inglés capaz, vaya uno a saber, yo pasaba y los miraba y ellos como si nada.
de todos los famosos que vinieron por esa época, yo al que mas cerca vi fue al Papa. la gente se amontonaba mucho, y era difícil verlos de cerca. A Ronaldinho también vi, pero estaba con otros tres o cuatro negros y nunca supe bien cual de todos era él.
Despues todos los famosos y la gente mas rica empezo a comprar terrenos, sobre todo para el lado del sur, donde las tormentas eran siempre un poco mas largas. Qué casas! Ha visto esas casas? La de la reina de Inglaterra la vio? dicen que ella no ha venido, que son los nietos los que vinieron varias veces.
Los que se llenaron de plata fueron los conjuntos de cuarteto. Se hizo un boom. dicen que ganaron por derechos de autor, millones de pesos. pena que aca no tocaron mas. han estado todos de viaje.
y eso que al lado de la estatua de San Martín, frente a la catedral, les han hecho unas del mismo tamaño a cada uno, empenzando por los Leo y Carlitos Roldán.
La Mona llenó en Israel, en Egipto, en EEUU, je, como mil veces, todos los días toca ese culiado en EEUU, o esta en un programa de televisión. Lo famoso que se hizo. Será cierto que va a filmar con el Brad Pitt? Bueno, y ya sabe que La Barra abrió las últimas Olimpiadas, vio que lindo estuvo el show?... El que se presentó en los Oscar es otro, ese es el Jean Carlos.
pena no verlos acá, mas ahora que dejó de llover cuarteto, se los extraña.
me asombró que usted siguiera preguntando, desde que pararon las lluvias, poco y nada de periodistas de afuera ha quedado, bah, han quedado, pero no como usted que le sigue preguntando a la gente como nosotros, los que están es por los famosos: parapazzinis o algo asi les llaman. Serán italianos, no?
Como dicen que el clima es bueno y se han hecho tantos barrios nuevos, y shoppings, y hoteles, y casinos, los famosos siguen viniendo y usted vio que ahora somos mucho mas turísticos.
ahora nuestro aeropuerto es el mas grande de Latinoamérica, dicen.
la verdad verdadera? si yo puediera elegir, elegiría que no hubiera pasado nunca. con el Tito Flaco y el Laucha Martino, en fin, con todos los muchachos, íbamos religiosamente a bailar los viernes al Sargento... y acá éramos como dueños de casa, locales, me entiende? Ahora en la mitad de los comercios del centro los empleados hablan en inglés.
pero la posta nueva está en chilecito... a mí me encanta, lo veo en la tele todos los días, es muy curioso eso de las plantas de charangos. vió como se mueven?
bueno, pase por acá que le muestro. mi vieja tiene guardado unos frasquitos con cuarteto de una de las primeras lluvias. venga y de paso nos saca la foto, que la vieja me dijo que ella también quiere aparecer. De qué país me dijo era la revista suya?...
literatura filosofia y zapatos de goma edad sueños pizza birra faso astronautas sabios suicidas salud dinero amor sexo drogas rock and roll divas miedos terapia ofenzas defensas pareja soledad humor gracia desgracia recetas poesias divagues promesas mentiras cine teatro television aburrimiento pecado virtud talento catarsis complicidad disparos obra vida muerte fantasmas heroismo calenturas pasiones inmadurez mas durez inmortalidad y airecito en la cara despues de una borrachera olvidable
viernes, 19 de octubre de 2007
viernes, 12 de octubre de 2007
primer amor
Cuando uno tiene 10 años y juega al fútbol no hay barrio que pueda, ni por asomo hacerle sentir el desarraigo. Claro, menos Barrio Muller. Yo tampoco venía de Notting Hill, pero tengo que reconocer que el cambio de superficie no colaboró con mi carrera deportiva.
Ya no era yo, jefe del asfalto, estrella del pavimento de General Paz. Porque éso era... Beckham.
Pasé de la gloria, la fama, las mujeres, a ser un enano medio antipático y encima, con tierra hasta en el orto.
El Beto era el jefe de la cuadra, se había ganado el escalafón con un par de peleas de cabotaje y una visita a las Ponce que nadie nunca confirmó y de la que yo siempre desconfié.
Mi sumisión a su mando no era hija de esos detalles que al parecer resultaban un buen currículum en barrio Muller. El Beto se ganó mi admiración cuando lo vi jugar a la pelota. No fue su don de juego, habilidoso, irascible, encarador. Tampoco fue su color, sospechósamente oscuro y mucho menos su coraje para tirarse al río a rescatar la pelota. Lo que me sacaba, lo que me llenaba, era que el hijo de puta, jugaba descalzo. En las siestas de Enero... tun tun tun los talones y plash contra los rivales championes. Tenía en la cadencia de sus movimientos algo que después vería en tipos como Michael Jordan e incluso en alguna concursante de Patinando por un sueño. Poco le hubiera costado bautizarlo a alguno de nuestros relatores poetas: “brishosa Gacela” hubiese dicho Miembro, “zigzagueante cristal de ónice” sin dudas, Mariano Closs.
Supongo que él creía que eso de jugar casi desnudo y parado sobre sus callos le daba cierta autoridad sobre nosotros, ja!
Me tomó un buen tiempo, pero a los meses de mudarnos me había ganado un lugar en el equipo y algunos hasta se habían olvidado de mi pasado de glamour y lentejuelas.
Si bien nunca pude jugar descalzo a la pelota logré una adaptación más o menos digna a la tierra. Disfrutaba de jugar y de verlo jugar al Beto, me tiraba una pared y se la devolvía redondita, después relojeaba a mis compañeros como diciéndoles “vieron giles, así hay que devolvérsela al Beto”
En Muller había más tierra que en General Paz, y en Renacimiento había más tierra que en Muller. Recuerdo que la Betty me dijo una vez que no fuera para aquellos lados, me lo dijo así: No te vayás para aquellos lados. Ahora supongo que ella pensaba que en Muller ya había más tierra de la que yo podía pisar. Pero el partido ya estaba armado, la barra del Gavilán nos esperaba a las 2 de la tarde en la “cancha grande”, había que jugar antes que los grandes empezaran a venir. No se habló de otra cosa durante toda la semana. Yo al Gavilán no lo conocía, bah, lo conocía de cuentos, decían que se la chapaba a la Ivana, hablaban de un episodio confuso con un taxista, y de que cada tanto se iba de vacaciones como 6 meses a la casa de una tía de Buenos Aires.
Salvo por el hecho de que se la chapaba a la Ivana, a mi el tipo ni me iba ni me venía. Aparte nosotros lo teníamos al Beto que encima jugaba descalzo.
Ese sábado yo estaba para cocinarlo al Gavilán con papas y arroz, ese sábado cuando me levanté medía como medio metro más, si cuando me mandaron a la panadería hasta la saludé a la Mariela y la Mariela me saludó y además me sonrió.
Al lado de la cancha grande, a las 13:50hs de ese sábado, mientras el Beto se ponía las zapatillas pensé que, a lo mejor, a la Mariela le tendría que haber chantado un beso.
Ya no era yo, jefe del asfalto, estrella del pavimento de General Paz. Porque éso era... Beckham.
Pasé de la gloria, la fama, las mujeres, a ser un enano medio antipático y encima, con tierra hasta en el orto.
El Beto era el jefe de la cuadra, se había ganado el escalafón con un par de peleas de cabotaje y una visita a las Ponce que nadie nunca confirmó y de la que yo siempre desconfié.
Mi sumisión a su mando no era hija de esos detalles que al parecer resultaban un buen currículum en barrio Muller. El Beto se ganó mi admiración cuando lo vi jugar a la pelota. No fue su don de juego, habilidoso, irascible, encarador. Tampoco fue su color, sospechósamente oscuro y mucho menos su coraje para tirarse al río a rescatar la pelota. Lo que me sacaba, lo que me llenaba, era que el hijo de puta, jugaba descalzo. En las siestas de Enero... tun tun tun los talones y plash contra los rivales championes. Tenía en la cadencia de sus movimientos algo que después vería en tipos como Michael Jordan e incluso en alguna concursante de Patinando por un sueño. Poco le hubiera costado bautizarlo a alguno de nuestros relatores poetas: “brishosa Gacela” hubiese dicho Miembro, “zigzagueante cristal de ónice” sin dudas, Mariano Closs.
Supongo que él creía que eso de jugar casi desnudo y parado sobre sus callos le daba cierta autoridad sobre nosotros, ja!
Me tomó un buen tiempo, pero a los meses de mudarnos me había ganado un lugar en el equipo y algunos hasta se habían olvidado de mi pasado de glamour y lentejuelas.
Si bien nunca pude jugar descalzo a la pelota logré una adaptación más o menos digna a la tierra. Disfrutaba de jugar y de verlo jugar al Beto, me tiraba una pared y se la devolvía redondita, después relojeaba a mis compañeros como diciéndoles “vieron giles, así hay que devolvérsela al Beto”
En Muller había más tierra que en General Paz, y en Renacimiento había más tierra que en Muller. Recuerdo que la Betty me dijo una vez que no fuera para aquellos lados, me lo dijo así: No te vayás para aquellos lados. Ahora supongo que ella pensaba que en Muller ya había más tierra de la que yo podía pisar. Pero el partido ya estaba armado, la barra del Gavilán nos esperaba a las 2 de la tarde en la “cancha grande”, había que jugar antes que los grandes empezaran a venir. No se habló de otra cosa durante toda la semana. Yo al Gavilán no lo conocía, bah, lo conocía de cuentos, decían que se la chapaba a la Ivana, hablaban de un episodio confuso con un taxista, y de que cada tanto se iba de vacaciones como 6 meses a la casa de una tía de Buenos Aires.
Salvo por el hecho de que se la chapaba a la Ivana, a mi el tipo ni me iba ni me venía. Aparte nosotros lo teníamos al Beto que encima jugaba descalzo.
Ese sábado yo estaba para cocinarlo al Gavilán con papas y arroz, ese sábado cuando me levanté medía como medio metro más, si cuando me mandaron a la panadería hasta la saludé a la Mariela y la Mariela me saludó y además me sonrió.
Al lado de la cancha grande, a las 13:50hs de ese sábado, mientras el Beto se ponía las zapatillas pensé que, a lo mejor, a la Mariela le tendría que haber chantado un beso.
jueves, 11 de octubre de 2007
Tempranillo 2007
Somos, utilizo el plural para no dejarte hablar,
fantásmicos, ideales, orgásmicos o cósmicos.
Devenimos mientras lo demás transcurre.
No dejarte hablar para no dejar de hablarte.
fluir palabras hinche y sangra. Pero cura.
La anti voz como anti vos.
Aunque enmudecer no deja de decir
en silencio
la calma capea el temporal.
Ahora ella duerme.
Yo vivo en su nada,
testigo casual sin voz, sin voto.
En el mundo intersticial del viaje en colectivo
el gemido quedo de la mujer dormida
supone al pasajero desconocido del asiento de al lado.
11-10-2007.
fantásmicos, ideales, orgásmicos o cósmicos.
Devenimos mientras lo demás transcurre.
No dejarte hablar para no dejar de hablarte.
fluir palabras hinche y sangra. Pero cura.
La anti voz como anti vos.
Aunque enmudecer no deja de decir
en silencio
la calma capea el temporal.
Ahora ella duerme.
Yo vivo en su nada,
testigo casual sin voz, sin voto.
En el mundo intersticial del viaje en colectivo
el gemido quedo de la mujer dormida
supone al pasajero desconocido del asiento de al lado.
11-10-2007.
miércoles, 10 de octubre de 2007
Acuarela imaginaria de una mujer sin sombrero -pero con unas uñas...
Cae la tarde, vencida. Comienza la noche. En la madriguera el ritual de la cacería empieza de nuevo. Milenario, interminable. Siempre igual, pero distinto. La mujer pantera escoge el disfraz. El espejo devuelve imágenes variables. "La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre, es la única..." dijo Borges. Maquillaje de sombras. Reducir al mínimo el filo de la mirada, los gestos de la fiera salvaje. Así va escogiendo las armas, hasta quedar cubierta con el velo del enigma. -la víctima, antes de caer en estertores agónicos, se regocijará ingenuo, descifrando los artificios, los ardides, el engaño.
El pulso late sereno, felino. Calcula llegar a la fiesta con algún retraso. Las sonrisas de estilo, los saludos de rigor. Ritmo cadencioso que envuelve. La hipnosis rítmica suficiente para ocultar el merodeo bajo una lluvia de luces psicodélicas y música caliente que caldea las feromonas.
Es preciso escoger el ejemplar adecuado. El rebaño, zonzo, no sospecha. Entrada con nueces y cerezas, pollo relleno y helado con obleas. Un poquito de alcohol para encender las mejillas. La selección es lenta. Delicada. Generalmente las que yerran, inexpertas, lo hacen en esta parte. Se precipitan, se muestran antes de tiempo. No hay que sacar del fuego la comida si no está lista. Tampoco, que se pase. Ella lo sabe. Lo siente. Su instinto no falla. Su paciencia, tampoco. Así que parece distraída, inmersa en los juegos futiles de los roces sociales. Que la cena, los brindis, el champagne. -Mirá como baila ese, qué lindo vestido...
Nadie sospecha la tensión del rastreo, ni los sentidos alertas. Tampoco las señales que mandan sus caderas danzantes, el torso generoso, los hombros abiertos, oferentes, la piel tersa, el bronceado perfecto.
Transcurre el jolgorio, dejando atrás la cena y el sorteo. El tiempo no pregunta. Sólo corre, incansable. Pero eso no la preocupa. Sabe bien que el momento llega cuando es adecuado.
Por fin lo detecta. De no ser por el breve cimbrar de sus mandíbulas y la imperceptible erección de los cabellos de la nuca, nada parece alterar su efigie. Sin embargo el interior bulle. La adrenalina tensa los músculos...Todavía no. Percibe el ambiente que lo rodea. Es un hermoso ejemplar: complexión firme, estatura apenas mediana. Todos los accesorios. Las curvas suficientes para una relación de fuerzas favorable. Lo rondan algunas cachorras, pero eso no es problema, adivina, por la mueca cómplice que el le dirige desde la distancia. Los colmillos se expanden con la excitación. Infima, brilla en la comisura de sus labios un hilillo de baba. Se dispone a atacar.
Un rodeo distraído, para reconocer el terreno. Descubrir los mejores puntos de aproximación, los ángulos más favorables. Entre tanto, la recua, alrededor, barrunta indiferente. El baile acelera los cronómetros. Las burbujas del espumante oxigenan un poco de más el sistema nervioso, como un turbo intercooler. Se aflojan los frenos inhibitorios, encrespando el deseo.
Todo ocurre de repente. Muy rápido. Es un salto implacable. Ya la víctima yace en sus brazos, acollarada. La toma literalmente -la bebe- por el cuello. La presión de las garras es bastante para impedir cualquier peligro de fuga. La trampa, hechada, funciona, sin demora, pero sin prisa. El resultado está asegurado. El veneno lujurioso, ya fue inoculado.
....Afuera, después, la brisa fresca del aire acondicionado del auto. La noche estrellada festeja el zarpazo.
27/11/98.
Cae la tarde, vencida. Comienza la noche. En la madriguera el ritual de la cacería empieza de nuevo. Milenario, interminable. Siempre igual, pero distinto. La mujer pantera escoge el disfraz. El espejo devuelve imágenes variables. "La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre, es la única..." dijo Borges. Maquillaje de sombras. Reducir al mínimo el filo de la mirada, los gestos de la fiera salvaje. Así va escogiendo las armas, hasta quedar cubierta con el velo del enigma. -la víctima, antes de caer en estertores agónicos, se regocijará ingenuo, descifrando los artificios, los ardides, el engaño.
El pulso late sereno, felino. Calcula llegar a la fiesta con algún retraso. Las sonrisas de estilo, los saludos de rigor. Ritmo cadencioso que envuelve. La hipnosis rítmica suficiente para ocultar el merodeo bajo una lluvia de luces psicodélicas y música caliente que caldea las feromonas.
Es preciso escoger el ejemplar adecuado. El rebaño, zonzo, no sospecha. Entrada con nueces y cerezas, pollo relleno y helado con obleas. Un poquito de alcohol para encender las mejillas. La selección es lenta. Delicada. Generalmente las que yerran, inexpertas, lo hacen en esta parte. Se precipitan, se muestran antes de tiempo. No hay que sacar del fuego la comida si no está lista. Tampoco, que se pase. Ella lo sabe. Lo siente. Su instinto no falla. Su paciencia, tampoco. Así que parece distraída, inmersa en los juegos futiles de los roces sociales. Que la cena, los brindis, el champagne. -Mirá como baila ese, qué lindo vestido...
Nadie sospecha la tensión del rastreo, ni los sentidos alertas. Tampoco las señales que mandan sus caderas danzantes, el torso generoso, los hombros abiertos, oferentes, la piel tersa, el bronceado perfecto.
Transcurre el jolgorio, dejando atrás la cena y el sorteo. El tiempo no pregunta. Sólo corre, incansable. Pero eso no la preocupa. Sabe bien que el momento llega cuando es adecuado.
Por fin lo detecta. De no ser por el breve cimbrar de sus mandíbulas y la imperceptible erección de los cabellos de la nuca, nada parece alterar su efigie. Sin embargo el interior bulle. La adrenalina tensa los músculos...Todavía no. Percibe el ambiente que lo rodea. Es un hermoso ejemplar: complexión firme, estatura apenas mediana. Todos los accesorios. Las curvas suficientes para una relación de fuerzas favorable. Lo rondan algunas cachorras, pero eso no es problema, adivina, por la mueca cómplice que el le dirige desde la distancia. Los colmillos se expanden con la excitación. Infima, brilla en la comisura de sus labios un hilillo de baba. Se dispone a atacar.
Un rodeo distraído, para reconocer el terreno. Descubrir los mejores puntos de aproximación, los ángulos más favorables. Entre tanto, la recua, alrededor, barrunta indiferente. El baile acelera los cronómetros. Las burbujas del espumante oxigenan un poco de más el sistema nervioso, como un turbo intercooler. Se aflojan los frenos inhibitorios, encrespando el deseo.
Todo ocurre de repente. Muy rápido. Es un salto implacable. Ya la víctima yace en sus brazos, acollarada. La toma literalmente -la bebe- por el cuello. La presión de las garras es bastante para impedir cualquier peligro de fuga. La trampa, hechada, funciona, sin demora, pero sin prisa. El resultado está asegurado. El veneno lujurioso, ya fue inoculado.
....Afuera, después, la brisa fresca del aire acondicionado del auto. La noche estrellada festeja el zarpazo.
27/11/98.
martes, 9 de octubre de 2007
Respuestas a "Más preguntas para el Dr. Galletti"
¿Por qué las ciruelas negras son rojas cuando están verdes?
Porque es una fruta recolectada por los trabajadores de la noche. De tanto vivir en la oscuridad, dichos personajes poseen una visión de rayos infrarrojos, y como el barbeta de arriba (Dios?) es muy sabio, creó los colores de las ciruelas invertidos para que ante esa visión se muestren de un color real. Tan simple como eso...
Si un policía arresta a un mimo, ¿aún así debe decirle que tiene el derecho a permanecer callado?
Los mimos no tienen derechos, jamás abrieron la boca para reclamarlos.
¿Es verdad que los buzos trabajan bajo presión?
Sí, es cierto. Intentaron quejarse y reclamar. Tienen un gremio muy fuerte pero nadie pudo adherirse a las marchas de protesta porque las hicieron bajo el agua, jamás nos enteramos.
¿Adán y Eva, tenían ombligos?
¡¿Cómo saberlo?!. Ni el bikini, ni la pupera se habían inventado. Sería una locura pensar que en esa época se les ocurriría andar en bolas correteando y morfando manzanas libremente por ahí.
¿Se ha imaginado alguna vez como sería el mundo sin preguntas hipotéticas?
Sería terrible, perdería mi trabajo!
Si una palabra estuviese mal escrita en el diccionario, ¿cómo lo sabríamos?
Siempre está la chance de consultarlo con un jugador de fútbol.
Si un abogado enloquece, ¿pierde el juicio?
Mi amigo… creo que nadie tiene el derecho de juzgar la salud mental de esos seres tan queridos y adorables. Representan la verdadera alegría del vivir.
Dr. Galletti
Porque es una fruta recolectada por los trabajadores de la noche. De tanto vivir en la oscuridad, dichos personajes poseen una visión de rayos infrarrojos, y como el barbeta de arriba (Dios?) es muy sabio, creó los colores de las ciruelas invertidos para que ante esa visión se muestren de un color real. Tan simple como eso...
Si un policía arresta a un mimo, ¿aún así debe decirle que tiene el derecho a permanecer callado?
Los mimos no tienen derechos, jamás abrieron la boca para reclamarlos.
¿Es verdad que los buzos trabajan bajo presión?
Sí, es cierto. Intentaron quejarse y reclamar. Tienen un gremio muy fuerte pero nadie pudo adherirse a las marchas de protesta porque las hicieron bajo el agua, jamás nos enteramos.
¿Adán y Eva, tenían ombligos?
¡¿Cómo saberlo?!. Ni el bikini, ni la pupera se habían inventado. Sería una locura pensar que en esa época se les ocurriría andar en bolas correteando y morfando manzanas libremente por ahí.
¿Se ha imaginado alguna vez como sería el mundo sin preguntas hipotéticas?
Sería terrible, perdería mi trabajo!
Si una palabra estuviese mal escrita en el diccionario, ¿cómo lo sabríamos?
Siempre está la chance de consultarlo con un jugador de fútbol.
Si un abogado enloquece, ¿pierde el juicio?
Mi amigo… creo que nadie tiene el derecho de juzgar la salud mental de esos seres tan queridos y adorables. Representan la verdadera alegría del vivir.
Dr. Galletti
lunes, 8 de octubre de 2007
La gravedad de la ley
Yo me pregunto: Si la ley de gravedad dice que “todo lo que sube baja”, ¿porqué cuando Sergio Denis estaba grave, su alma y la venta de sus discos tendieron a subir? Yo me respondo: Seguramente el mismísimo barbeta de arriba (Dios?) se compadeció de la economía de Sergio al notar que ambos fueron coronados con la misma pálida cabellera blanca…
Lo cierto es que ya nadie respeta las leyes, ni la propia parca.
Dr. Galletti
Lo cierto es que ya nadie respeta las leyes, ni la propia parca.
Dr. Galletti
Respuestas para mi amiguito aguerrido…
Antes que nada, le pido disculpas por el retardo de mi respuestas. Sepa usted entender que la tecnología aquí en la Universidad de Tanzania no es de punta, sino más bien tirando para el medio diría yo. La particularidad de mi computador personal es que es de una caoba que chupa toda la humedad de la selva, y la velocidad de la conexión del módem es BATC (Banana con una Aguja de Tejer Clavada), funciona, pero a una velocidad muy baja.
Yendo al grano, o sea a la pregunta que usted me hizo acerca de las guerras, la respuesta es siempre la misma: toda guerra es iniciada siempre por un boludo que no hace nada. Ni ataca, ni defiende; no hace nada, absolutamente nada, nada de nada. Es muy probable que si le preguntan, él responde: - PERO SI NO HICE NADA!!, LES JURO QUE NO HICE NADA!! -. De igual manera la culpa es, fue y será siempre de BUSH, sólo BUSH, y nadié más que BUSH. Nosotros y el resto del mundo no tiene nada que ver, no existen otros culpables...
Dr. Galletti
Yendo al grano, o sea a la pregunta que usted me hizo acerca de las guerras, la respuesta es siempre la misma: toda guerra es iniciada siempre por un boludo que no hace nada. Ni ataca, ni defiende; no hace nada, absolutamente nada, nada de nada. Es muy probable que si le preguntan, él responde: - PERO SI NO HICE NADA!!, LES JURO QUE NO HICE NADA!! -. De igual manera la culpa es, fue y será siempre de BUSH, sólo BUSH, y nadié más que BUSH. Nosotros y el resto del mundo no tiene nada que ver, no existen otros culpables...
Dr. Galletti
martes, 2 de octubre de 2007
primavera
leon: contame algo que te signifique la primavera
marisa
marisa querida:
creo que ya te lo habia contado.
relaciono la primavera con un perfume.
creia que venia con ese olor, el cambio de clima, que era del aire, del sol, del cielo...
de boludo grande supe que no, que en realidad era el aroma de la flor del paraiso.
asi que, pensandolo bien, la cuestión está impregnada de cierta carga poetica: mis recuerdos de la primavera, se vinculan al olor del PARAISO, y eso la hace una estación gratificante.
"EL OLOR DEL PARAISO" da para una novela. La de Martita Fassi, una chica que por los años 50 dejó su casa en Sarmiento, siendo chica de familia tradicional y buena estirpe, para seguir a un joven hachero chaqueño que habia venido a talar arboles con los gringos del ferrocarril. fue la verguenza de la familia, la desazon de varios hombres (todos) enamorados, y la locura fantastica y mas romantica jamas pensada por el reducido grupo de mujeres sarmientinas, que vivian solo la emocion del romanticismo brutal cuando escuchaban los radioteatros de Jaime Kloner. Cerca de 5 decadas después, durante unas fiestas patronales, sin ningun aviso, sin que nadie pudiera imaginarselo, Martita, sola, volvió.
"El olor del paraiso", debiera llamarse la historia que alguien un dia deberia escribir sobre la vida de la Martita Fassi....
Me gustan cada una de las estaciones, si son absolutamente diferenciadas y puras: veranos de calor y lluvias torrenciales; otoños templados y secos, primaveras floridas y verdes, inviernos frios y grises.
No sabria con cual quedarme.
Es mi vanidad maldita: me gusto disfrutando cada periodo del año.
Me gusta que todo cambie. Me gusta cambiar mientras las cosas cambian a mi alrededor. Me gusta ver las transformaciones de los humores, el corto de las polleras, y los arboles. Me gusta pensar que se acaba una etapa, y me muero por empezar a disfrutar de una nueva.
Me gusta pensar que muy cerca, tal vez en la casa de al lado, solo con la retirada cobarde del invierno, y con los primeros brotes de algun paraiso, hay una mujer o un hombre dispuestos a dejarlo todo por una pasion, un arrebato, por la necesidad de acompañar en sus vidas el cambio de una estación. Me gusta pensar que cada primavera, Martita Fassi elige seguir al hachero.
Me gustan los cambios. Y los que cambian. Cambiar es bien.
besos
leon
marisa
marisa querida:
creo que ya te lo habia contado.
relaciono la primavera con un perfume.
creia que venia con ese olor, el cambio de clima, que era del aire, del sol, del cielo...
de boludo grande supe que no, que en realidad era el aroma de la flor del paraiso.
asi que, pensandolo bien, la cuestión está impregnada de cierta carga poetica: mis recuerdos de la primavera, se vinculan al olor del PARAISO, y eso la hace una estación gratificante.
"EL OLOR DEL PARAISO" da para una novela. La de Martita Fassi, una chica que por los años 50 dejó su casa en Sarmiento, siendo chica de familia tradicional y buena estirpe, para seguir a un joven hachero chaqueño que habia venido a talar arboles con los gringos del ferrocarril. fue la verguenza de la familia, la desazon de varios hombres (todos) enamorados, y la locura fantastica y mas romantica jamas pensada por el reducido grupo de mujeres sarmientinas, que vivian solo la emocion del romanticismo brutal cuando escuchaban los radioteatros de Jaime Kloner. Cerca de 5 decadas después, durante unas fiestas patronales, sin ningun aviso, sin que nadie pudiera imaginarselo, Martita, sola, volvió.
"El olor del paraiso", debiera llamarse la historia que alguien un dia deberia escribir sobre la vida de la Martita Fassi....
Me gustan cada una de las estaciones, si son absolutamente diferenciadas y puras: veranos de calor y lluvias torrenciales; otoños templados y secos, primaveras floridas y verdes, inviernos frios y grises.
No sabria con cual quedarme.
Es mi vanidad maldita: me gusto disfrutando cada periodo del año.
Me gusta que todo cambie. Me gusta cambiar mientras las cosas cambian a mi alrededor. Me gusta ver las transformaciones de los humores, el corto de las polleras, y los arboles. Me gusta pensar que se acaba una etapa, y me muero por empezar a disfrutar de una nueva.
Me gusta pensar que muy cerca, tal vez en la casa de al lado, solo con la retirada cobarde del invierno, y con los primeros brotes de algun paraiso, hay una mujer o un hombre dispuestos a dejarlo todo por una pasion, un arrebato, por la necesidad de acompañar en sus vidas el cambio de una estación. Me gusta pensar que cada primavera, Martita Fassi elige seguir al hachero.
Me gustan los cambios. Y los que cambian. Cambiar es bien.
besos
leon
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